Por: Berlys Ibarra Daconte
Aquellas tardes y noches que
pasábamos juntos, esos días en los que tanto nos reíamos y hablamos de cuando
fuéramos adultos, de cuando tú fueras médico, técnico o ingeniero;
lamentablemente se fueron. Tus estudios te llevaron lejos del pueblo donde
compartimos nuestras alegrías, tristezas y problemas. Esos sentimientos que
hacían grandes nuestra amistad. Nunca olvidaré cuando salíamos al parque a comer los helados de la plaza que tantos
nos gustaban y cuando tú te reías al ver mi boca untada de miel.
Yo siempre me reía de
cualquier cosa y eso para ti era alegría. Pero cuando llegó ese día en que te
tuviste que ir y no te despediste, fue triste. Antes de que llegara ese día
solo me dijiste que me cuidara, que tú desde allá ibas a pedirle a Dios que me
protegiera. Sonreí y te pregunté si te ibas a ir ya, pero tú me dijiste algo
así como “sí, pero aún falta mucho”.
Fui al lugar donde
acostumbrabas ir todas las noches y al no verte allí me pregunté: ¿Que tendrá
mi hermanito?, ¿Porque no está aquí? Nunca pasó por mi cabeza que te habías
ido. Cuando lo supe me sorprendí. Después vino ese amigo nuestro con una carta
que habías escrito para mí, donde me decías que te perdonara por no despedirte
porque no eras valiente para decirme adiós
y que un día cualquiera volverías
y ese día sería para quedarnos juntos y volver a vivir esos lindos momentos de
nuestra niñez.
Aún recuerdo esas palabras
con cariño porque sé que llegará el día en que nos reencontraremos. Pero meses después de tu ida, solo eran llamadas y
las lágrimas no faltaban en nuestras mejillas. Solo nos quedaba ser fuertes y
sobrellevar a distancia nuestra amistad.
Hace cinco meses que no nos
hablamos, quizás porque tendrías miedo a que no acepte por esa decisión que
tomaste en tu vida, pero sabes eso a mí no me afecta porque pienso que nuestra
amistad no se va acabar porque ahora seas Cristiano.
Eso no borra los malos y
buenos momentos que pasamos juntos por
qué amistad como la nuestra no está en todas partes. Recuerdas que el destino
nos hizo amigos y el corazón hermanos. Tus palabras nunca las olvidaré porque
no solo fueron palabras de amigos si no de hermanos.
Al extrañarte me hace pensar
que te olvidaste de mí, pero veo que pienso mal. Hace días abrí mi Facebook y
vi tus lindos mensajes. Allí comprendí que tú también me extrañabas tanto como
yo a ti. Cuando salgo por esos lugares a los que visitaba en tu compañía, te
extraño más. Sobre todo cuando veo a esos muchachos con quienes hablabas y no
te veo ahí.
¿Sabes qué me duele más?,
esta desesperación que siento cuando no encuentro a nadie que me dé un consejo,
cuando no encuentro con quien hablar y que en el momento en que yo diga estoy
bien, me diga: yo sé que no lo estás.
Hoy solo espero el día en que vuelva a verte sonriendo y escucharte
reír, pero mientras eso pasa estaré aquí porque solo me quedan los recuerdos de
lo que un día vivimos.
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