jueves, 26 de diciembre de 2013

Solo queda los recuerdos


Por: Berlys Ibarra Daconte

Aquellas tardes y noches que pasábamos juntos, esos días en los que tanto nos reíamos y hablamos de cuando fuéramos adultos, de cuando tú fueras médico, técnico o ingeniero; lamentablemente se fueron. Tus estudios te llevaron lejos del pueblo donde compartimos nuestras alegrías, tristezas y problemas. Esos sentimientos que hacían grandes nuestra amistad. Nunca olvidaré cuando salíamos al parque  a comer los helados de la plaza que tantos nos gustaban y cuando tú te reías al ver mi boca untada de miel.
Yo siempre me reía de cualquier cosa y eso para ti era alegría. Pero cuando llegó ese día en que te tuviste que ir y no te despediste, fue triste. Antes de que llegara ese día solo me dijiste que me cuidara, que tú desde allá ibas a pedirle a Dios que me protegiera. Sonreí y te pregunté si te ibas a ir ya, pero tú me dijiste algo así como “sí, pero aún falta mucho”.
Fui al lugar donde acostumbrabas ir todas las noches y al no verte allí me pregunté: ¿Que tendrá mi hermanito?, ¿Porque no está aquí? Nunca pasó por mi cabeza que te habías ido. Cuando lo supe me sorprendí. Después vino ese amigo nuestro con una carta que habías escrito para mí, donde me decías que te perdonara por no despedirte porque no eras valiente para decirme adiós  y que un día cualquiera  volverías y ese día sería para quedarnos juntos y volver a vivir esos lindos momentos de nuestra niñez.
Aún recuerdo esas palabras con cariño porque sé que llegará el día en que nos reencontraremos. Pero  meses después de tu ida, solo eran llamadas y las lágrimas no faltaban en nuestras mejillas. Solo nos quedaba ser fuertes y sobrellevar a distancia nuestra amistad.
Hace cinco meses que no nos hablamos, quizás porque tendrías miedo a que no acepte por esa decisión que tomaste en tu vida, pero sabes eso a mí no me afecta porque pienso que nuestra amistad no se va acabar porque ahora seas Cristiano.
Eso no borra los malos y buenos momentos que  pasamos juntos por qué amistad como la nuestra no está en todas partes. Recuerdas que el destino nos hizo amigos y el corazón hermanos. Tus palabras nunca las olvidaré porque no solo fueron palabras de amigos si no de hermanos.
Al extrañarte me hace pensar que te olvidaste de mí, pero veo que pienso mal. Hace días abrí mi Facebook y vi tus lindos mensajes. Allí comprendí que tú también me extrañabas tanto como yo a ti. Cuando salgo por esos lugares a los que visitaba en tu compañía, te extraño más. Sobre todo cuando veo a esos muchachos con quienes hablabas y no te veo ahí.
¿Sabes qué me duele más?, esta desesperación que siento cuando no encuentro a nadie que me dé un consejo, cuando no encuentro con quien hablar y que en el momento en que yo diga estoy bien, me diga: yo sé que no lo estás.

Hoy solo espero el día  en que vuelva a verte sonriendo y escucharte reír, pero mientras eso pasa estaré aquí porque solo me quedan los recuerdos de lo que un día vivimos.

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