jueves, 26 de diciembre de 2013

El Fin de un Amor Pueblerino


Por: Yarelis Conrado

Muy cerca de Tasajera, entre el mar y la laguna, vivía  una preciosa mujer de esas con grandes virtudes que muchos hombres deseaban en una esposa. El nombre de esa mujer es Natalia,  poseía una extrema belleza que a  todos  los hombres del pueblo  impactaba.  Sin embargo, de tantos hombres que la admiraban y deseaban, ella solo privilegió a uno, por él era capaz de arriesgarlo todo.
El joven a quien Natalia le entregó todo su amor era un estudiante muy centrado que tenía muy clara la idea de seguir adelante y llegar a ser un gran profesional. El al igual que ella, también se enamoró, pero tuvo la oportunidad de irse a estudiar  a la ciudad de Barranquilla en busca de una carrera universitaria. Su mayor anhelo.
Mientras que Natalia lo esperaba con paciencia en el pueblo, el ansiaba verla cuando llegaban las vacaciones, los lunes festivos o fines de semana. Y cuando no podía volver, le escribía cartas de amor.
Bonito era aquel noviazgo, amor mutuo entre ellos. Eran ejemplo de muchas parejas de aquel entonces. Así pasaron muchos años mientras él hacia su profesión y ella paciente, lo esperó diez largos años.
Hasta que por fin llegó el momento deseado en el que él finalizó su carrera y Natalia guardaba las esperanzas de casarse con el hombre de su vida, pero lo que no presintió nunca fue que su novio, ahora un profesional, buscó a otra mujer que estaba en su mismo nivel y no le importó a la que lo esperaba en el Pueblo.
El no volvió a escribirle más, nunca volvió a verla, ni pregunto más por ella. Mientras ella, impaciente se encontraba esperanzada con que él regresaría y a su  vez lloraba lagrimas vivas que acompañaban su pena y dolor.
Pasaron dos años y él regresó a ver a ver a su familia acompañado con la otra novia. Se oía decir en el Pueblo que la boda se realizaría un 16 de Julio para que coincidiera con la fiesta de la santa patrona, La Virgen del Carmen; pero en  la vida hay errores, errores imperdonables.

Natalia se convirtió en una mujer herida y cegada por lo celos que juró que antes de perderlo primero acabaría con su vida. Con su idea maligna fue  al otro lado del pueblo donde se dios la boda y llego hasta la puerta del baile. El se encontraba   sentado con su esposa y ella se acercó, le dio un beso en su boca y le dijo: si te burlaste de mí aquí y no pudiste amarme quizás en el cielo me ames. Entonces sacó un arma y le disparó hasta verlo muerto, y con la misma arma, Natalia se suicidó.

Solo queda los recuerdos


Por: Berlys Ibarra Daconte

Aquellas tardes y noches que pasábamos juntos, esos días en los que tanto nos reíamos y hablamos de cuando fuéramos adultos, de cuando tú fueras médico, técnico o ingeniero; lamentablemente se fueron. Tus estudios te llevaron lejos del pueblo donde compartimos nuestras alegrías, tristezas y problemas. Esos sentimientos que hacían grandes nuestra amistad. Nunca olvidaré cuando salíamos al parque  a comer los helados de la plaza que tantos nos gustaban y cuando tú te reías al ver mi boca untada de miel.
Yo siempre me reía de cualquier cosa y eso para ti era alegría. Pero cuando llegó ese día en que te tuviste que ir y no te despediste, fue triste. Antes de que llegara ese día solo me dijiste que me cuidara, que tú desde allá ibas a pedirle a Dios que me protegiera. Sonreí y te pregunté si te ibas a ir ya, pero tú me dijiste algo así como “sí, pero aún falta mucho”.
Fui al lugar donde acostumbrabas ir todas las noches y al no verte allí me pregunté: ¿Que tendrá mi hermanito?, ¿Porque no está aquí? Nunca pasó por mi cabeza que te habías ido. Cuando lo supe me sorprendí. Después vino ese amigo nuestro con una carta que habías escrito para mí, donde me decías que te perdonara por no despedirte porque no eras valiente para decirme adiós  y que un día cualquiera  volverías y ese día sería para quedarnos juntos y volver a vivir esos lindos momentos de nuestra niñez.
Aún recuerdo esas palabras con cariño porque sé que llegará el día en que nos reencontraremos. Pero  meses después de tu ida, solo eran llamadas y las lágrimas no faltaban en nuestras mejillas. Solo nos quedaba ser fuertes y sobrellevar a distancia nuestra amistad.
Hace cinco meses que no nos hablamos, quizás porque tendrías miedo a que no acepte por esa decisión que tomaste en tu vida, pero sabes eso a mí no me afecta porque pienso que nuestra amistad no se va acabar porque ahora seas Cristiano.
Eso no borra los malos y buenos momentos que  pasamos juntos por qué amistad como la nuestra no está en todas partes. Recuerdas que el destino nos hizo amigos y el corazón hermanos. Tus palabras nunca las olvidaré porque no solo fueron palabras de amigos si no de hermanos.
Al extrañarte me hace pensar que te olvidaste de mí, pero veo que pienso mal. Hace días abrí mi Facebook y vi tus lindos mensajes. Allí comprendí que tú también me extrañabas tanto como yo a ti. Cuando salgo por esos lugares a los que visitaba en tu compañía, te extraño más. Sobre todo cuando veo a esos muchachos con quienes hablabas y no te veo ahí.
¿Sabes qué me duele más?, esta desesperación que siento cuando no encuentro a nadie que me dé un consejo, cuando no encuentro con quien hablar y que en el momento en que yo diga estoy bien, me diga: yo sé que no lo estás.

Hoy solo espero el día  en que vuelva a verte sonriendo y escucharte reír, pero mientras eso pasa estaré aquí porque solo me quedan los recuerdos de lo que un día vivimos.

La Niña desamparada


Por Mely Yarith Borja

En un país muy lejano vivía una niña llamada Lucia, quien convivía muy feliz  con sus padres en un castillo rodeado de muchas flores, animales, y un rio caudaloso.
Una tarde, Lucia salió con sus padres a pasear por el rio, jugaban y se divertían mucho, pero sus padres se distrajeron cuando la niña empezó a caminar por los jardines hasta perderse en el bosque. Cuando quiso volver no pudo hacerlo y Lucia muy estaba triste y desesperada porque no sabía cómo regresar a su hermoso castillo.

Caminó hasta que se perdió más en el bosque. Al llegar la noche no sabía qué hacer y dónde refugiarse. Llovía y la oscuridad la desesperaba. Estaba muy asustada por los aullidos de los lobos y los ruidos que hacían los animales al pisar las hojas de los árboles. La pobre niña empezó a llorar, pero la sorprendió una luz en medio del bosque y la voz de su padre que la llamaba. Se alegró al saber que su papá buscaba a su hermosa pequeña. La abrazó y la besó, y aunque solo pasó cuatro horas perdida en el bosque, para ella fue toda una eternidad.

El Sueño


Por William Prieto

Me encontraba en el parque con una amiga que me gustaba. Era el mismo parque donde duramos un buen tiempo hablando cuando nos conocimos. Había transcurrido el tiempo hasta entonces y me sentía muy emocionado al mirar su rostro y escuchar esa dulce voz cuando me hablaba o se reía.
Fue con esos sentimientos con los que me acosté a dormir esa noche. Minutos después vinieron imágenes a mí, soñé que era su novio y que la había invitado a salir a la playa. Ella no quería al principio, pero le insistí tanto que logré convencerla.
Cuando estábamos en el mar bañándonos con el agua salada, la besé muchas veces. Le dije lo mucho que la quería y todo lo que estaría dispuesto hacer por ella. Era el mejor momento de mi vida.
Después decidí ir a comprar una bebida y le dije que me esperara, pero ella quería ir conmigo. Le dije que se estuviera tranquila, que se quedara bañándose en el mar. Cuando regresé la encontré ahogada flotando en el agua. Corrí adolorido a sacarla de ahí y le di respiración boca a boca, pero mi amada novia había muerto y yo me culpaba una y otra vez por eso.

Sabía que ella no quería acompañarme pero yo la convencí. Me culpé por haberla dejado sola y no permitir que me acompañara. Mi sueño que era tan hermoso, se había tornado una pesadilla y yo me sentía como el ser más culpable de la humanidad. Pero desperté, ya no había sentimiento de culpa en mi mente. Alguien tocó el timbre de la puerta de mi casa y fui abrir. Era ella que me había llevado la billetera que se me quedó esa noche. Suspiré cuando la realidad me la puso ante mis ojos.

El Jardín


Por Maylin Ojeda Hernández


Hace mucho tiempo en una ciudad lejana vivían dos amigas llamadas Marcela y Sofía. A las dos le gustaban mucho las flores pero en toda la ciudad no había ni un solo jardín por lo que Marcela y Sofía tenían que verlas en fotografías. Una mañana Marcela  le dijo a Sofía que entre las dos podían hacer un pequeño jardín en su patio, pero como no tenían dinero para comprar lo necesario, le pidieron a sus padres que las ayudaran. Como el dinero no era  suficiente decidieron vender galletas a sus vecinos para recolectarlo. Al cabo de unas semanas después lograron comprar todo lo que necesitaban y empezaron a sembrar flores. Todos los días cuidaban de su jardín pero notaban que sus flores estaban creciendo muy tristes y lo dejaron así. Cuando la mamá de Marcela se dio cuenta del estado del jardín, les preguntó por qué habían dejado de cuidarlo y ellas le explicaron que sus flores no estaban creciendo felices como ellas querían. También se excusaron con ser solo unas niñas que necesitaban ayuda porque no sabían cómo actuar ante la situación. La madre de Marcela le dijo que el problema estaba en que no les estaba dando el sol, así que las niñas rodaron las materas y al pasar unas semanas ya tenían un hermoso jardín. Como era el único en la ciudad era muy visitado. Marcela y Sofía se sentían muy orgullosas de su bello jardín y decidieron sembrar flores en toda la ciudad, ya que nadie se había preocupado por hacerlo.

Cosas de la Vida (Cuento)


Por: Greidys Robles Burgos

Comenzando el periodo escolar ingresó a estudiar un joven llamado Cristian. El joven se sentía fuera de lugar pues no conocía a nadie y todos eran diferentes a él.
El primer día de clases conoció a dos niñas que eran muy buenas amigas, sus nombres eran María y Linda. A Cristian les pareció unas niñas bonitas y cariñosas pero ellas fueron muy groseras con él porque era un desconocido.
Al pasar del tiempo, Cristian logró hacerse amigo especial en la escuela. Su nombre era Aldair.
Aldair era íntimo amigo de Linda y María y trató de que ellas se relacionaran con Cristian pero lastimosamente no fue así. Al pasar de los meses a Cristian le fue llamando la atención Linda, pero a ella le gustaba otro chico.  Sin embargo, en ese tiempo Linda se fue dando de cuenta la maravillosa persona que era Cristian y decidió establecer una hermosa amistad con él, aun cuándo  a su amiga María no le caía bien.
Cristian y Linda se habían convertido en buenos amigos, tanto que a él ya se le había olvidado lo que sentía por ella y se atrevió a confesarle esta vez que María le empezaba a gustar. Linda le advirtió que el único problema es que ella tenía novio, pero que aún no se daba cuenta de la clase de persona que tenía al lado y lo mucho que la iba a ser sufrir.
Días después Cristian habla con María y le cuenta que su novio no es quien ella cree. ¿Por qué lo dices? ¡no seas ridículo!, le respondió ella. Afortunadamente María contaba con personas como Cristian y Linda que le deseaban lo mejor y solo querían que se diera cuenta de la verdad.
Días después María descubre que su novio la traicionaba con una de sus amigas. Y Ella se fue a llorar al salón de clases. Fue entonces cuando Cristian se le acercó a y le dijo: no llores, no me gusta verte así. María lo miró confundida:
- Qué haces aquí, es que no te importó cómo te traté?
- Claro que me importó, pero eso no significa que me guste verte llorar por personas que no valen la pena.
Ella se disculpó por su comportamiento y notó en él algo hermoso que no había visto antes. Al pasar de los días María se dio cuenta que de lo maravilloso que él era. Cristian se convirtió en su apoyo moral, durante esos días en que seguía sin superar lo que le había sucedido con su ex. Cristian la invitó a una fiesta para que María distrajera su mente y ella aceptó.
Después de haberla visto bailar y hablar con sus amigas pensó que había dejado atrás ese mal momento. Cristian aprovechó la alegría de María esa noche para sacarla a bailar y después de varias canciones le preguntó si quería ser su novia.
María se sorprendió y no sabía que responderle y solo dijo: no sé.
María se fue de la fiesta preocupada por que las cosas entre ellos ya no serían las mismas. No se volvieron a ver después de la fiesta solo hasta el regreso a clases. Cristian estaba sentado escribiendo algo en una banca y ella se acerca y le responde que sí a su petición de que fueran novios, aunque ella aun no sentía nada por él.
Después de que cumplieron el primer mes, María empezó a sentir cosas que no había sentido con nadie. Fue descubriendo poco a poco cosas nuevas junto a él. Cristian le enseñó lo que era el verdadero amor.
Su primer problema no fue entre ambos sino por las cosas de la vida. María se había quedado esperándolo esa noche en la puerta de su casa, pero Cristian no volvió jamás. Al día siguiente vio en el periódico de la ciudad la muerte violenta de un joven muerto en un accidente. Ese joven era Cristian.

María no lo podía creer. Sus lágrimas caían. Le preguntó a Dios porque le quitaba a alguien tan especial justo cuando empezaba a ser tan feliz. Solo pensaba en que iba a ser de ella sin él. Sus amigos Linda y Aldair se enteraron de la tragedia y la acompañaron en su dolor. María solo se repetía a sí misma que jamás lo volvería a ver, jamás lo volvería a sentir, ni sus besos, ni sus abrazos, ni escuchar cuando él le decía que la amaba. Él le enseñó con su sonrisa que detrás de las nubes siempre se ocultaba el sol y que solo con él lograba imaginar un mundo de colores en el que los dos podían volar sin tener alas. María, lo único que sabe es que donde quiera que se encuentre Cristian,  siempre lo amará.